UNA TORMENTA DE AMISTAD

Capítulo 1

Arriba, en lo alto de la montaña, ya empezando casi a amanecer…

-Vamos, Luis, que parece que el sol está ya dispuesto a salir, nosotros ya llevamos aquí toda la noche sin que aparezca nada, y nuestras madres se van a enfadar con toda la razón.

-Bueno, Pedro, tranquilo, que en un momento recojo todos los artilugios y nos bajamos para el pueblo echando leches. Además, ya sabes que aparte de encantarme la astrología e intentar descubrir si hay vida más allá de nuestro planeta, estoy deseando bajar al pueblo y despertar a Elena, como siempre hago durante estos tres veranos que llevo veraneando aquí.

-Ya lo sé, amigo, un día te va coger su padre y no sé lo que te hará, pero os va a pillar…

Nada más salir el sol, los dos muchachos bajaron de la montaña y se dirigieron a casa de Elena con mucha cautela, se acercaron a la ventana de su habitación y con un leve susurro Luis empezó a llamar a la muchacha…

-Elena…, Elena…

En ese mismo momento se empezó a abrir lentamente la ventana.

-Buenos días, Luis, ¿qué tal te ha ido hoy la aventura de ver marcianos y asteroides…?

-No muy bien que digamos, lo único ha sido que hemos visto una estrella fugaz, y por supuesto he pedido un deseo que ojalá se me cumpla.

– ¿Y qué deseo has pedido?

-Sabes que no te lo puedo decir, si no, no se cumple.

Era algo que Elena ya se podía imaginar de sobra, pero ella se hizo la tonta dejando el tema pasar. Enseguida saludó a Pedro para disimular.

-Buenos días, Pedro, ¿qué tal tu madre?

-Hola, Elena, bien, en la panadería estará haciendo el pan, anda, vete y lávate la cara que todavía estás dormida.

La madre de Pedro era viuda igual que la de Luis, además era la encargada de la panadería del pueblo.

Una vez aseada y acicalada, los tres muchachos se fueron a comprar el pan recién hecho, para llevárselo al padre de Elena, que era una persona que salía muy poco de casa, solo se dedicaba a reparar relojes de todo tipo, todo el pueblo le llevaba relojes estropeados.

Cuando llegaron a la panadería, Elena entró y los dos chavales se quedaron fuera entablando una conversación.

-Oye Luis te puedo hacer una pregunta?

-Pues claro amigo.

-Es algo que todo el pueblo intuimos a ti te gusta Elena verdad?

– ¿Tanto se nota?, No es que me guste, es que me encanta, creo que es la mujer de mi vida, tengo la sensación de que no podría vivir sin ella, yo creo que en parte es por eso que me gusta este pueblo, por ella.

– ¿Ya, pero tú sabes si tú a ella le gustas?

-Hombre, yo creo que es obvio, si no que hago todas las mañanas despertándola tan temprano para ir a por el pan.

– ¿Ya, y tú nunca la has propuesto nada?

-Pues no, pero sé que tonta no es.

-Yo simplemente te lo digo como amigo, creo que deberías decírselo, y creo que estás perdiendo el tiempo.

-Ya lo sé, pero no es tan fácil como tú te crees, lo he intentado, pero cuando creo que ya estoy preparado me empiezan a temblar las piernas y empiezo a tartamudear, no es tan fácil como parece, y por ahora con visitarla todos los días me conformo.

-Pues macho, si lo tienes tan claro y dices que es la mujer de tu vida, ármate de valor y lánzate.

Mientras tanto en la panadería Elena se dispone a comprar el pan de todas las mañanas.

-Buenos días María

-Buenos días Elena, que te doy, ¿lo de siempre?

-Sí, y una bolsa de magdalenas que mi padre desayuna todos los días y hay que ir reponiendo.

-Por cierto, que tal tu padre, hace mucho que no le veo

-Bien, mi padre está bien, pero ya sabes cómo es, está todo el día en casa liado con sus relojes, y la verdad es que me tiene preocupada

-Dile que se pase un día por aquí, que la vida no solo consiste en arreglar relojes y en estar todo el día en casa, que, si se pasa una tarde por aquí, le invito a una cerveza.

-Gracias María, yo se lo diré, pero ya sabe usted, que no me hará ni caso.

-Hazme el favor Elena, no me trates de usted que me haces mayor y creo que no lo soy tanto, por cierto, no sabrás tú algo de mi hijo, que no sé dónde se mete, ya no viene ni a ayudarme a la panadería

-Sí, está afuera con Luis, han estado toda la noche buscando marcianos, ingenuos….

 

 

3 comentarios sobre “UNA TORMENTA DE AMISTAD

  1. Como te prometí, empiezo a leer tu relato «Una tormenta de hostias». Ay, no, calla, joder, que se me ha ido la pinza. Tampoco es «Tormenta de espadas» 😉 😉 😉 😉
    No, ahora en serio: Bien escrito, con buen manejo de los diálogos, me gusta.

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      1. Te doy la razón a ambas cosas… aunque parezcan contradictorias. Porque lo mismo pienso yo: Es importante para mejorar como escritor que otras personas te lean, opinen y, por supuesto, critiquen para aprender de los errores propios. Pero, del mismo modo, es cierto que, en última instancia, escribir es algo que hacemos porque nos gusta; si nos leen otros, fabuloso, si no, bueno… es un grito lanzado al aire, y eso relaja el espíritu 😉

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